Esta semana nuestra entrada del blog es un resumen de un artículo publicado en abril en la revista OCU-Compra maestra (www.ocu.org), acerca de contaminantes en las aguas de nuestros ríos, que nos ha llamado la atención.
Esta organización ha realizado un estudio buscando contaminantes emergentes, poco analizados y que actualmente no tienen límites de control, como ciertos plaguicidas, restos de medicamentos, residuos de jabones y aditivos químicos. Entre las sustancias que han buscado, las que más han encontrado han sido restos de fármacos, en concreto dos antiinflamatorios: el Diclofenaco (Voltaren, Doloten) y el Ibuprofeno (Espidifen, Dalsy, …)
Aunque los resultados no aportan cantidades peligrosas para la salud humana (una persona tendría que tomar más de 10.000 litros de agua al día para notar algún efecto) otra cuestión es la referida a los daños que estas sustancias pueden causar en el ecosistema, ya que se refieren a sustancias que ya se han encontrado en el organismo de peces de río. En concreto, un estudio coordinado por el CSIC revela restos de diclofenaco en carpas, barbos y siluros del Ebro, Llobregat, Júcar y Guadalquivir.
¿De dónde vienen los residuos de estos medicamentos? Pues, según este artículo, parte de ellos provienen de nuestra orina, pero muchos de ellos llegan directamente al agua de los ríos y de las aguas subterráneas cuando los tiramos al váter, a la basura o cuando no se reciclan adecuadamente en hospitales y granjas ganaderas.
¿Qué podemos hacer para salvar los ríos? La OCU nos propone, entre otros:
1. Los medicamentos una vez caducados deben llevarse a la farmacia, a un punto SIGRE, para que sean correctamente incinerados. NO deben tirarse a la basura ni al váter, ya que terminarán contaminando el agua.
2. Existen otras sustancias, como los ftalatos, el bisfenol A o los retardantes de llama (HBCD) presentes en muchos cosméticos, envases de plástico y prendas textiles. Mejor comprar productos que nos garanticen su ausencia. 3. Usar los puntos limpios para los desechos que no tienen contenedor, aceite, pilas, aparatos electrónicos o radiografías.
Como reflexión, nos gustaría añadir que muchas veces olvidamos que nuestras acciones tienen consecuencias en el medio ambiente. No somos conscientes de que tirar restos de medicamentos o el aceite de la freidora al váter tiene efectos reales sobre la naturaleza, y en muchos casos es por desconocimiento y no por falta de concienciación. Debemos aplicarnos en nuestro día a día la regla de las 3R:
REDUCIR: consumir de forma racional.
REUTILIZAR: volver a usar.
RECICLAR: separar y usar los puntos limpios.
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